¿Puede el liderazgo ser vulnerable?

By - EresAgro
07.06.22 05:08 PM

Piensen en un líder . . .

¿Qué imagen se les viene a la cabeza? . . .

¿San Martín? ¿Perón? ¿Gandhi? ¿Mandela? ¿Maradona? ¿Hitler? ¿Pep Guardiola? 

¿O ninguno de los de arriba? ¿Les aparece alguna mujer con esa pregunta, o se quedan solo en hombres que marcaron la historia reciente?

Aparecen ¿Merkel? ¿Bachelet? ¿Cristina? ¿María Eugenia Vidal? ¿Patricia Bullrich?

Y leyendo estos nombres, ¿qué energía les produce cada uno, que emoción aparece, alguno/a marcó sus vidas o es un ejemplo a seguir?


Algunos dejaron un legado, máximas, entusiasmo, admiración, crearon valor social amplio y nos dieron o nos dan ganas de apoyarlos y hasta imitarlos en muchas de sus acciones.

Otros destruyeron valor social, dividieron, desintegraron y separaron cuando tuvieron su cuota de poder.


En general cuando miramos a estos líderes desde lejos, nos los podemos imaginar, expertos, decididos, con propósito, con visión, con claridad, con valores, etc. pero sobre todo fuertes y resilientes.


Podemos coincidir o no con sus valores, pero vemos que tienen seguidores, que influencian, inspiran, mueven equipos, empresas, comunidades y naciones a lograr objetivos que los trascienden, a sentirse parte de un movimiento, de una épica, de algo importante.


Entonces si todo lo que vimos de los líderes cercanos o si la imagen que tenemos de los atributos del líder está muy cerca de la firmeza, la fuerza, la claridad, la visión estratégica . . . ¿Qué es esto de la VULNERABILIDAD?


No es un oxímoron, una antítesis, pensar o desear un LIDERAZGO VULNERABLE? Es lo mismo que decir un “silencio atronador”, una “dulzura amarga” o una “fortaleza débil”.


Y en este mundo donde el cambio se acelera, donde nada es para siempre, donde todas las formas que considerábamos estables se pueden revisar, renovar y hasta desaparecer, aparece con fuerza la invitación a la “Vulnerabilidad”.


Vulnerabilidad viene de “Vulnus” que en latín significa “Herida”, así que es la habilidad para mostrar nuestras heridas. Todos tenemos heridas, marcas que nos fue dejando la vida, que nos constituyen en el observador que somos del mundo. Miramos, evaluamos, decidimos y elegimos influenciados por esas vivencias, por esas heridas.


Casi siempre las escondemos, las tapamos, las bloqueamos, hacemos todo lo posible para que los demás no las vean, es como usar ropa grande para que no se me vean los kilitos de más. 




A veces podemos hasta engañar a muchos y si le ponemos mucha garra casi nos convencemos a nosotros mismos que eso nos pasó o que esa herida no dejó una marca o cicatriz…  pero es casi imposible y poco recomendable si queremos vivir una vida emocionalmente saludable.


¿Qué sería una vida emocionalmente saludable? Estar despierto, autoconsciente, conociéndome, escuchando a mi cuerpo que lleva el registro de mis vivencias, quedándome a entender qué mensaje me traen esas emociones que aparecen y reconociendo el mundo emocional del otro.


Cuando con coraje me quedo en la emoción que aparece, puedo crecer, aprender, descubrir si es una vieja conocida y sobre todo puedo elegir cómo accionar y no simplemente reaccionar. Accionar desde un lugar de autoconocimiento.


Desde adentro para afuera, desde mi autenticidad.


En estos tiempos modernos, digitales e instantáneos donde el saber está en la nube y los desafíos son constantes, en estos tiempos de organizaciones ágiles que prueban distintas formas de autogestión, los líderes no tienen todas las respuestas, no están parados en el SABER, no la tienen CLARA.


Hoy son más transparentes sus inseguridades, su estrés, sus miedos. Como todo eso se ve lo mejor es que lo compartan y alivianen la mochila para empezar a provocar lo mismo en sus equipos, para profundizar los lazos de CONFIANZA y para crear esa SEGURIDAD PSICOLÓGICA donde los miembros del equipo sepan que en ese espacio pueden ser ELLOS MISMOS, pueden mostrar sus errores y pueden pedir ayuda para CREAR con otros.









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